Akasha: Un Concepto Fundacional.
Antes de seguir escribiendo nuevos posts y exponiendo ideas, me gustaría traer el término Akasha a la conciencia del lector. Esto facilitará el no tener que incluir esta información en futuros posts, lo que ayudará a mantener el enfoque en el tema. Supongo que esto podría llamarse un apéndice a mis dos posts anteriores: «Reconectando con el Divino Masculino» y “Brahman: Más allá de las Trinidades de Purusha y Prakriti”. Así que exploraremos el significado de Akasha y Akasha en las tradiciones espirituales.
Akasha: Más que un Término de la Nueva Era.
Aunque se ha hecho popular en los círculos de la Nueva Era, el significado de Akasha es mucho más que un concepto moderno. Es un término universal incrustado en las tradiciones espirituales del mundo, en las filosofías e incluso en las ideas científicas sobre la naturaleza de la existencia.
Términos como Éter, Prana, Chi (Qi), Fuerza Vital, Energía Vital, Spiritus, Mana, Pneuma y Ruach, en diferentes culturas y religiones, todos apuntan a la misma realidad fundamental: una energía que impregna toda la creación, conectando toda la vida y el cosmos mismo.
Akasha en las tradiciones espirituales.
Swami Vivekananda, venerado como un sabio de nuestro tiempo, habló de Akasha como uno de los cinco elementos básicos, fundamentales para la estructura de la realidad. Lo describió como el sustrato de toda la materia, la esencia esencial sobre la que descansa todo lo demás.
Del mismo modo, el sabio Patanjali, en sus Yoga Sutras, vincula Akasha con el concepto de Shabda (sonido). En la filosofía clásica india, Akasha se considera el elemento más sutil, el medio a través del cual viaja el sonido y, por tanto, la propia creación. Es el primer elemento que emerge tras la conciencia pura. Este sonido es lo que todo el mundo conoce actualmente como el OM.
El gran Edgar Cayce, pionero místico y sanador, describió los Registros Akáshicos, que se encuentran dentro del Akasha, son como un registro vibracional del viaje de cada alma, que contiene la huella de cada pensamiento, emoción, acción e intención. Este campo vibracional actúa como una memoria universal, donde se almacena la esencia de cada ser y de cada momento, evolucionando continuamente a medida que viajamos por la vida.
Akasha y el Espíritu Santo.
En la tradición cristiana, la relación entre Akasha y el Espíritu Santo es profunda. Leemos: «En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios». Esta Palabra, o Logos, puede relacionarse con el Espíritu Santo – el Aliento Divino, la Fuerza Viviente, que se mueve a través de Akasha, creando y trayendo vida a la existencia.
Akasha es el medio, la matriz sutil, donde el Espíritu Santo/Aliento Divino da forma a la Palabra, o la vibración creativa, que reverbera a través de toda la creación.
La Primera Emanación y la Polaridad Femenina
Akasha puede entenderse como un puente entre nosotros y lo Divino – un campo sutil a través del cual la energía divina, la sabiduría y el impulso de la creación fluyen hacia la forma. Vincula lo espiritual con lo material, lo infinito con lo finito.
Como se ha mencionado en entradas anteriores, y tomando las tradiciones Samkhya y Védica como mapas simbólicos, Akasha puede verse como la primera emanación producida por Prakriti, la Polaridad Femenina que subyace a toda manifestación. Para iniciar el despliegue de una realidad multidimensional, Prakriti se expresa primero a través de las tres gunas -Rajas, Sattva y Tamas-, las cualidades vibratorias primordiales de la naturaleza.
Estas gunas no son sólo cualidades, sino movimientos arquetípicos de la Mente Universal, la primera diferenciación en el campo de la conciencia. Surgen como reflejo creativo de Purusha, la Polaridad Masculina o conciencia pura, cuya presencia silenciosa despierta la danza de la manifestación.
A mi entender, estas tres gunas reflejan simbólicamente los papeles divinos de Brahma (Rajas/creación), Vishnu (Sattva/preservación) y Shiva (Tamas/disolución). No son las deidades en sí mismas, sino los principios energéticos que representan en el tejido de la realidad.
De este movimiento triádico surge Akasha, el primer elemento sutil, un campo tejido por la interacción de las gunas. Es el descenso de la Diosa a una forma capaz de sostener el espacio para que surjan todos los demás elementos.
Hare Om Tat Sat